Un memo desde Éfeso
La Justicia no debiera ser propiedad o potestad de ningún hombre, sería más bien un fenómeno independiente de cualquier control, un evento que ocurriría cuando la armonía entre los que comparten una relación se desestabiliza.
“El Sol no transgredirá sus medidas sino las Erinias, ministras de DIke, lo descubrirán”.
Heráclito de Éfeso, frag. B 94.
Las Erinias eran seres mitológicos nacidos de la sangre del Cielo que debían perseguir a los criminales acusados de derramar la sangre de un familiar al asesinarlo. El Sol del fragmento estaría incurriendo en un crimen similar al transgredir sus límites ya que las Erinias también actuarían en este caso. ¿Cuál sería este crimen? Desde la Paideia de W. Jaeger podemos abstraer una respuesta ética a esto: él menciona que, para los griegos del periodo homérico, era mal visto y hasta castigable atentar contra el honor de otra persona de igual condición. En el canto I, Agamenón privó a Aquiles de su botín de guerra, lo cual fue un insulto contra el honor del héroe puesto que ambos eran iguales; luego Zeus castigó a los aqueos (griegos) por esta ofensa dejando que mueran en el asedio.
Con el establecimiento de las polis, sus legislaciones y los derechos de los ciudadanos, el honor ya no pertenecía solamente al que provenía de un linaje noble, sino que cada persona adquirió cierta dignidad por ser parte de la comunidad. Había una relación de igualdad entre los ciudadanos, ya sean reyes o simples campesinos; si se cumplían los códigos establecidos y no se traspasaban las medidas de los roles de unos y otros, todos merecerían respeto. La transgresión de ese honor o dignidad de la persona, usualmente provocada por un personaje soberbio o violento que trataba de imponerse sobre sus iguales, desarmonizaba la convivencia y esto se convertía en un problema comunitario; para Heráclito sería similar a un asesinato, incluso igual de castigable.
El verbo “exeurisko” (descubrir) que se menciona, involucra un descubrimiento racional, es un acto reflexivo que finaliza con un develamiento. Dike es la figura mítica que representa a la Justicia y, según el fragmento, sería la encargada de descubrir o develar la agresión de uno sobre la dignidad de otros. En el fragmento B 28, Heráclito menciona que también es potestad de la Justicia “atrapar a los artífices de mentiras”. El verbo “lambano” que traducimos por “atrapar”, significa literalmente “poner la mano encima de algo y evitar que siga”. Entonces la razón de ser de la Justicia es más cercana al detener la transgresión/agresión para restaurar la armonía, antes que castigar al infractor.
La Justicia no debiera ser propiedad o potestad de ningún hombre, sería más bien un fenómeno independiente de cualquier control, un evento que ocurriría cuando la armonía entre los que comparten una relación se desestabiliza. Como la naturaleza de la Justicia no involucraba tanto el castigo o la pena, podemos pensar que tiene que ver más con el reconocimiento del quiebre de la armonía y la necesidad de restaurar esta última.
Ahora, a partir de lo antes dicho, podemos proyectar nuestra reflexión hasta donde llegue su medida. ¿Se puede intentar dar Justicia por un crimen con base en una mentira? Presumiblemente Heráclito diría que no porque esa mentira, esa falsa verdad, necesitaría su propia rectificación para devolver la armonía entre aquellos que están en conflicto. Si la armonía no se restablece, la relación entre los actores vinculados por el conflicto comenzará a destruirse. Al mentir, se piensa que el Otro no merece el honor de la verdad porque se lo considera inferior a uno mismo, se prejuzga que no es fuerte o inteligente lo suficiente para comprender aquello que se trata de ocultar. Y una vez más, esta afrenta contra la dignidad del Otro, provocará que esta Justicia heracliteana entre nuevamente en acción, rectificando lo antes transgredido; dicho simplemente, la verdad se conocerá al final. Entonces, como eventualmente nuestro intento de dar justicia con base en una mentira se descubrirá, la armonía que se trataba de retomar, volverá a quebrarse.
Escritor – beltrangrodrigo@hotmail.com