Kant no es racista: una conversación con Volker Gerhardt
Este 2024 se conmemora el 300 aniversario del nacimiento de Immanuel Kant, probablemente el filósofo alemán más conocido junto a Hegel, Marx y Wittgenstein. Recientemente ha habido una serie de publicaciones que afirman que Kant era un “racista”. ¿Qué se puede sostener sobre esta acusación? Hemos planteado esta pregunta a Volker Gerhardt, iniciador y coeditor de la nueva Akademie-Ausgabe de las obras de Kant. Gerhardt enseña como profesor Senior en la Universidad Humboldt de Berlín.
-Muchas gracias, señor Gerhardt, por haber accedido a decir algo sobre la controvertida cuestión del “racismo” de Kant en Alemania.
La cuestión sobre el racismo de Kant habría sido fácilmente respondida con un poco más de conocimiento de Kant, y con conciencia de la distancia histórica entre él y nuestro presente. Kant nació en Königsberg en 1724 y murió allí en 1804. A excepción de breves estancias en alrededores cercanos, nunca abandonó la ciudad. Sabemos que existían fuertes antagonismos confesionales que desagradaban a Kant. También sabemos de los prejuicios contra los llamados “gitanos” en aquella época y también contra los judíos. En ambos casos, está bien documentado de que Kant no compartía tales prejuicios, a pesar de que criticó las estrictas creencias de la ley de los judíos en su escrito sobre la religión. Esta crítica ocasionalmente se le atribuye como antisemitismo; sin embargo, los hechos contradicen esta afirmación y numerosos intérpretes judíos de Kant no comparten tal opinión.
Si es así como lo describe: ¿De qué manera estuvo Kant involucrado con el problema del racismo?
En Kant, los hombres de piel negra solo se presentan como tema en los tratados científicos que interesaban al joven profesor cuando comenzó a ocuparse de la antropología a partir de 1770. Estos estudios dejaron profundas huellas en su obra. Esto se evidencia en su repetida afirmación de que todas las cuestiones de la filosofía se reducen en última instancia a una pregunta: “¿Qué es el hombre?”. En 1772, Kant fue el primero (quizá incluso a nivel mundial) en impartir una conferencia sobre antropología en un sentido pragmático. Durante casi treinta años, impartió regularmente estas conferencias que constantemente se ampliaban. Hoy en día podemos leer las notas y los apuntes de sus oyentes en las obras de Kant.
¿Y aquí es donde se expresó de manera “racista”?
Sí, así puede parecerlo si se aplican los estándares contemporáneos. Sin embargo, es importante añadir de inmediato lo que muchos lectores contemporáneos pasan por alto: ¡Kant no es nuestro contemporáneo! Vivió diez generaciones antes que nosotros. En su época, no se consideraba ofensivo llamar “negro” a un hombre de piel negra. Al fin y al cabo, “Neger” es sencillamente la traducción al alemán de la expresión latina “niger”, que no significa otra cosa que “negro”. Hoy en día se considera un insulto porque se ha convertido así por el mal uso que se ha hecho de ella en el transcurso de los últimos doscientos años. En la época de Kant, sin embargo, esto no era más que una expresión neutra, del mismo modo que se hablaba de los hombres “blancos”, sin que ello suponga una degradación.
Fuera de eso, podemos estar seguros de que para Kant no se trataba de alguna degradación cuando hablaba de “Neger” en un tratado científico. Esto ya es evidente en el hecho de que él menciona aspectos positivos sobre la conexión de los hombres negros con la naturaleza y destaca su talante amistoso o su fiabilidad y perseverancia en el trabajo; sin embargo, también comenta sobre su aparente credulidad que muchos de sus lectores contemporáneos pueden considerar simplemente “estúpida”, o sobre la religión natural que los europeos consideraban como ingenua y primitiva. No obstante, Kant lo explica como expresión de una cercanía a la naturaleza que los europeos hemos perdido. En todo esto claramente los sitúa en un nivel cultural inferior. Hoy en día esto lo percibimos como despectivo, y nos indigna el hecho de que él cite declaraciones de informes de otros autores que contienen opiniones denigrantes sobre los negros.
Pero, ¿no son tales declaraciones una prueba del “racismo” de Kant? ¿No juzga desde la posición de un europeo de piel blanca que se siente superior?
Así puede parecer si no tenemos en cuenta cuál es el objetivo de Kant en sus conferencias: busca comprender las sucesivas etapas de la cultura por las que ha pasado la humanidad a lo largo de los milenios desde diferentes puntos de partida y, como él espera, tales etapas seguirán desarrollándose. En ese sentido, tiene en cuenta a los hombres que viven bajo el clima cálido de los trópicos, o como los Inuits o Inupiats (en la época de Kant aún llamados “esquimales”) que viven en el invierno ártico. Si no tenemos en cuenta la distancia histórica y la dificultad de una comprensión exacta, se podría tener la impresión de que Kant juzga desde la supuesta arrogancia del centroeuropeo. Esto suena entonces como un “racismo” eurocéntrico que solo favorece a los ciudadanos blancos educados. Pero, debemos considerar que las reflexiones de Kant sobre el desarrollo gradual de la cultura humana se refieren explícitamente, en última instancia, a todos los seres humanos. Su programa de la Ilustración incluye a todos los hombres y no puede interpretarse como “racismo”. Mientras no asumamos esto, no entenderemos nada de lo que Kant como filósofo intenta comunicar.
Kant habla de la “Ilustración” y la “mayoría de edad” de cada hombre solo después de la publicación de la Crítica de la razón pura en 1781. Pero, ¿pensaba así antes?
En efecto, así es. En un anuncio de una conferencia de 1765, explicó a sus estudiantes qué es lo especial en la filosofía. No se trata de saber mucho, por muy importante que también sea el conocimiento. Lo decisivo es poder “pensar por uno mismo”. Y este “pensar por uno mismo” del filósofo lo explica veinte años más tarde como el principio de la Ilustración, al que cada hombre (tanto varones como mujeres) debería acercarse lo más posible. Como filósofo, Kant se esfuerza por hacer una recomendación para cada hombre y, por lo tanto, para la humanidad en su conjunto. Un “racista” no podría hablar así.
El discurso de la “humanidad” suena bastante abstracto, quizá incluso falso.
La filosofía debe pensar y hablar en términos de conceptos generales. Sin embargo, estos deben ser comprensibles y capaces de poder hablarse de manera concreta. Kant logra esto desde el principio, y lo demuestra en su primer libro escrito por iniciativa propia, la Historia general de la naturaleza y teoría de los cielos de 1755. No se puede alejar más de la humanidad. Pero, al dejar que sus pensamientos vaguen hacia los confines del tiempo y la inmensidad del universo, también busca, entre otras cosas, una explicación evolutiva de la aparición de la humanidad en la Tierra. Kant cree reconocer indicios de la evolución de la vida, incluyendo también plantas y animales, a lo largo de millones de años, y sostiene que el hombre es uno de los seres vivos que recién ha aparecido en los últimos cientos de miles de años. Pero, a pesar de su asombroso desarrollo cultural, un día, como todos los seres vivos, desaparecerá de la tierra, incluso antes de que la tierra caiga en el sol y se consuma.
Para los científicos naturales de su época, esto no era algo nuevo; llevaban mucho tiempo investigando el origen del hombre y se preguntaban si había un origen común de la humanidad o si había diferentes progenitores de la misma. La “cuestión de las razas” jugó un rol considerable en ello. Así, algunos investigadores consideraron que las diferencias en la constitución corporal, el color de la piel, el comportamiento y el estilo de vida de los hombres eran, desde el principio, indicios de las diferencias entre los hombres que se han mantenido a lo largo de los milenios y quizá se han profundizado en forma de contrastes entre las “razas”.
¡Pero Kant no compartía esta opinión! Él consideraba más probable que todos los hombres, por muy diferentes que parecieran, provinieran de un único origen y, por tanto, ¡todos pertenecieran a una única “familia”! Los resultados de los modernos análisis genéticos respaldan la opinión de Kant, que él acentúa repetidamente. Kant creía que ya 200 años antes podía proporcionar una prueba mucho más evidente. Todos los hombres, por grandes que sean sus diferencias en origen y apariencia, pueden engendrar hijos y, por lo tanto, demostrar que pertenecen a la misma especie. Esto también se puede llamar una argumentación „genética” que es bastante evidente para todos nosotros.
Si eso fuera cierto, ¿no se debería llamar a Kant como lo contrario de un “racista”?
Sí eso es lo que quiero decir: ¡Kant no es racista! Sin embargo, eso no es todo, ya que Kant defendió desde temprano que las diferencias en el aspecto y en el comportamiento de los hombres no tienen su origen en la “genética”, sino en las diferencias geográficamente condicionadas entre las formas de vida en la tierra. Por lo tanto, como decimos hoy en día, están condicionadas ecológicamente y consolidadas culturalmente. Sin embargo, en esta forma pueden volver a perderse con el cambio de sus circunstancias vitales. La rapidez con la que esto puede ocurrir nos lo demuestra la llamada globalización.
Pero mucho más importante que estas percepciones sobre el origen y el desarrollo de la especie humana, demostradas desde hace tiempo por la biología y las teorías culturales, son las conclusiones de Kant que ha extraído como teórico de la razón: con sus capacidades para reconocer conceptualmente y actuar de acuerdo con principios, desde hace mucho tiempo se considera que todos los seres humanos son fundamentalmente iguales. Como seres morales, son iguales en el sentido de que tienen que respetar “la humanidad en su propia persona” y, por lo tanto, también deben respetar a cualquier otro ser humano en su humanidad. Sobre esta base, Kant fundamenta el “derecho humano” que corresponde a todos los hombres en cualquier lugar de la tierra. Kant considera a todos los hombres, especialmente en sus diferencias, como “ciudadanos del mundo”. Y sobre ellos se fundamenta su teoría de una paz mundial, la cual debe ser garantizada.
¿Qué significa esto para Usted?
Después de que Kant, con su Crítica de la razón pura, se convirtiera en el filósofo independiente que conocemos y apreciamos, se convirtió en el crítico más agudo de la desigualdad de principios entre los hombres. Condenó el colonialismo, el racismo, pronto también el feudalismo, convirtiéndose así en republicano y, en su último escrito, La Metafísica de las costumbres, también se declaró demócrata. Por lo tanto, le debemos la fundamentación, insuperable hasta el día de hoy, de los derechos humanos basados en la libertad y la igualdad. Y cualquiera que critique el racismo hoy en día debe servirse de los argumentos que fueron desarrollados de la manera más contundente por Kant.
[Traducción ligeramente modificada del texto “Kant ist kein Rassist”, publicado en Contextos Kantianos 2 (15), 2022, pp. 8-13]
Osman Choque-Aliaga – Filósofo
osman.choque@philosophie.uni-freiburg.de