‘De lo justo’, un apócrifo atribuido a Platón
Discurrir sobre las acciones y usos, sociales, no parece un propósito vano de partida, ni ciego a la pregunta por la “justicia en sí”.
“Disertación insignificante” llama Joseph Souilhé (1885-1941) a este diálogo apócrifo entre Sócrates y un anónimo discípulo o amigo, suyo, y nos previene de paso contra su “pobreza artística y banalidad de ideas”. Pensar que la oportunidad (kairós) de una acción permite ver si ella es justa o injusta, como sostiene Sócrates en ese diálogo, le parece a Souilhé un (otro) vano recurso retórico propio de sofistas, impropio de Platón. Sabemos, sin embargo, que según el confiable ateniense de “Las Leyes” (4, 709b) el momento oportuno (kairós) interviene constantemente en las cosas humanas. También el extranjero personaje principal del ‘Político”, declara (284e, 306c-307c) que la excelencia ética, la justa medida, de nuestras acciones, incluyen su acertada oportunidad (kairós), y que en los campos de la música y de la danza, por ejemplo, elogiamos los mismos actos que reprobamos si ellos se dan de manera inoportuna. El platónico Sócrates recuerda, por su parte, a los hermanos Adimanto y Glaucón, en los libros 2 y 4 de la “República” (370b, c; 374c; 421a), que si se deja pasar el momento oportuno para realizar un trabajo de suyo beneficioso para la ciudad, este se frustra, los individuos comprometidos con las tareas del caso incumplen sus funciones, y en consecuencia la felicidad ciudadana se resiente; y previene al joven Fedro, aquel luminoso mediodía silvestre del “Fedro” (272a-b), contra los discursos extemporáneos. Muy diversas prácticas humanas resultarán, pues, desatinadas, o fuera de lugar, y reprochables como injustas, por inoportunas (ákaira, pará kairón, “Político” 307b). De modo que discurrir sobre las acciones y usos, sociales, comúnmente considerados justos, o acerca de costumbres públicas arraigadas, y sus efectos, en relación a lo que consideramos, o podríamos considerar, justo (díkaion) en una y otra circunstancias, como lo hacen Sócrates y su amigable interlocutor en el “De lo justo”, no parece un propósito vano de partida, ni ciego a la pregunta por la “justicia en sí”, cara a Platón y a los platónicos hasta hoy. Así se obtendrían quizás recursos para mejor evaluar si determinadas conductas son pertinentes o no, justas o no. Decir verdades, no engañar, brindar auxilio, mentir, dañar, engañar, serán, en efecto, dice Sócrates, en el “De lo justo”, acciones justas o injustas, según quienes las realizan sepan o no emprenderlas oportunamente, lo que en el simple escenario de ese breve diálogo de autor desconocido, significa lo siguiente: según ellos mismos sean en cada caso justos o no. Algo que se podría relacionar con aún vigentes lecciones de Aristóteles sobre la equidad (epiéikeia) que al enderezar o corregir lo justo basado en la pura letra rigurosa de la ley y en la fría lógica de sus preceptos, hace verdadera justicia a la situación y a las acciones, concretas, que aquí y ahora son (lo queramos o no) “la materia de las cosas prácticas.” (“Ética Nicomaquea” 5, 10).
Singular ejercicio de prudencia el de ese apócrifo, “De lo justo”, atribuido al maestro Platón.
Filósofo – aei.nai@gmail.com
Quiso ser futbolista, estrella de rock, cineasta, pero solo le alcanzó para fracasar como cinéfilo en la soledad de su cuarto. Quiso ser escritor y en el periodismo sigue fracasando de forma impune hasta que alguien criminalice y prohíba el fracaso.